Poema de Gilgamesh
Tablilla X
El divino Gilgamesh siguió caminando,
hasta encontrarse al borde del mar,
donde habita la diosa Siduri.
Gilgamesh, después de pensárselo, se dirigió hacia ella.
Iba vestido con una simple piel de animal,
su aspecto era como el del que ha hecho un largo viaje.
-“Diosa, soy Gilgamesh, y si mis mejillas están demacradas,
mi rostro abatido, y mi corazón dolido,
si la angustia ha entrado en mis entrañas
y mi cara está curtida por el frío y el calor,
es por miedo a la muerte
por lo que yo recorro la estepa.
Lo que le ha ocurrido a mi amigo Enkidu, me obsesiona.
Mi amigo, al que yo amaba, ahora es como el barro,
¿no iré, como él, a acostarme
para no levantarme nunca más?”.
La diosa respondió así a Gilgamesh:
-“Gilgamesh, ¿por qué vagas de un lado para otro?
La Vida Eterna que persigues no la encontrarás jamás.
Cuando los dioses crearon la humanidad,
asignaron la muerte para la humanidad,
pero ellos conservaron entre sus manos la Vida Eterna.
En cuanto a ti, Gilgamesh, llena tu barriga,
vive alegre día y noche,
haz fiesta cada día,
danza y canta día y noche,
que tus vestidos estén limpios,
lávate la cabeza, báñate,
atiende al niño que te tome de la mano,
disfruta con tu mujer, abrazada a ti.
Esa es la única perspectiva de la humanidad.”